LA "TAU", SÍMBOLO FRANCISCANO
La Tau «T» es la última letra del alfabeto
hebreo. Decimonona letra del alfabeto griego, que corresponde a la que en el
nuestro se llama «te». Pero es también una señal o signo, todo un símbolo.
San Francisco profesaba una profunda devoción
al signo Tau, del que habla expresamente el profeta Ezequiel (9,3-6) y al que
se refiere implícitamente el Apocalipsis (7,2-4). Con ella firmaba cartas y
marcaba paredes, y sanaba heridas y enfermedades. En el ánimo de Francisco
pudieron influir el discurso con que Inocencio III abrió el Concilio IV de
Letrán, la cruz en forma de tau que llevaban los monjes antonianos sobre el
escapulario, la liturgia y el arte sagrado, etc. Para el Santo, la Tau, como la
cruz cristiana, era signo de conversión y de penitencia, de elección y de
protección por parte de Dios, de redención y de salvación en Cristo.
Desde hace algunos decenios, se ha
revalorizado el uso de la Tau en la familia franciscana; se la ve
frecuentemente en libros, revistas, cuadros, etc., y la llevan sobre sí, como
signo distintivo, muchos hermanos y hermanas tanto de la Primera como de la
Tercera Orden, sea ésta religiosa o seglar. Para profundizar en su significado
recogemos algunos textos:
EL SIGNO «TAU» (T) EN LA BIBLIA
En medio del nombre de fray León, entre la
«e» y la «o» se encuentra el trazo vertical de la letra tau, cuyas líneas
transversales son más cortas y finas.
El signo tau, poco conocido en la
actualidad, es de origen bíblico. En Ezequiel 9,3-4 Yahvéh le dice «al hombre
vestido de lino que tenía la cartera de escriba en la cintura» que marque con
una taw la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las prácticas
abominables que se cometen en Jerusalén. En hebreo antiguo la taw tenía forma
de cruz, a la manera de nuestra «T» mayúscula. Era la última letra del alfabeto
hebreo, y quienes no sabían escribir la usaban como firma (cf. Job 31,35).
También era una señal protectora, como la «señal de Caín» (cf. Gén 4,15) y la
sangre con que los israelitas untaron las jambas de sus puertas la noche de la
liberación de Egipto (Ex 12,7).
El sentido vétero-testamentario de la letra
hebrea taw pasó en el Nuevo Testamento a la letra griega tau. San Juan tiene
una visión en la que escucha el mandato dado a los cuatro ángeles: «No causéis
daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el
sello la frente de los siervos de nuestro Dios». Los marcados con el sello
fueron 144.000, de todas las tribus de Israel (Ap 7,2-8). Sólo podían dañar «a
los hombres que no llevaran en la frente el sello de Dios» (Ap 9,4). Aquí no se
cita expresamente la tau ni la cruz, pero se las da por supuestas. En todo
caso, siempre se entendió este pasaje relacionado con el de Ez 9. Los Padres de
la Iglesia vieron en el signo tau con que fueron marcados los salvados una
imagen de la cruz, signo de salvación. En esta línea de la tradición, san
Buenaventura interpreta a la luz de Ez 9,4 y de Ap 7,2 la predilección de
Francisco por la tau. Echando una mirada retrospectiva a la vida de Francisco,
considera que su misión fue la de «llamar a los hombres al llanto y luto, a
raparse y ceñirse de saco y a grabar en la frente de los que gimen y se duelen
el signo tau, como expresión de la cruz de la penitencia y del hábito
conformado a la misma cruz» (LM Pról 2b; cf. LM 4,9; Milagros 10,6-7).
LA TRADICIÓN DE LA «TAU» EN TIEMPO DE SAN
FRANCISCO
En esta devoción Francisco estuvo más
influido por la tradición contemporánea que por la Sagrada Escritura. El
simbolismo de la tau estaba de moda en su tiempo. Durante la inauguración del
Concilio IV de Letrán (1215), el papa Inocencio III predicó sobre Ezequiel 9 y
llamó a todos los cristianos a hacer penitencia bajo el signo de la tau, signo
de conversión y señal de la cruz.
Los antonianos, que se dedicaban sobre todo
a la atención de los contagiados por la peste, llevaban en el hábito la cruz
antoniana, en forma de tau.
Como posibles fuentes pictóricas de la
veneración de la tau hay que tener en cuenta sobre todo las ilustraciones de
libros, especialmente las pinturas del canon. Se llama «pintura del canon» la
página del misal en la que estaba pintado y adornado con una cruz el principio
del canon latino: «Te igitur, clementissime Pater...» La «T» del «Te igitur» se
convirtió con frecuencia en una cruz grande y polícroma, cuyo madero vertical
se unía con el travesaño al igual que la «T» mayúscula, o subía hasta más
arriba formando una cruz latina. Este segundo caso podemos verlo en el misal de
San Nicolás, que Francisco, Bernardo y Pedro Cattani consultaron por tres
veces, deseosos de conocer lo que Dios quería de ellos (cf. TC 28-29).
LA «TAU» TRAZADA POR FRANCISCO
La taw hebrea, o la tau griega, estaban por
tanto de moda. Para Francisco era, igual que la cruz, el signo de la salvación
y de la redención. Y así como la salvación se llevó a cabo mediante la cruz,
con sufrimientos y dolores, así también el discípulo de Jesús está llamado a
seguir el camino de la cruz. De acuerdo con la llamada del Papa al inicio del
Concilio, la tau fue para Francisco un signo especial de renovación y
penitencia, que empleó en distintas circunstancias. «La señal de la tau le era
preferida sobre toda otra señal; con ella sellaba las cartas y marcaba las
paredes de las pequeñas celdas» (3 Cel 3).
Quien visite Fonte Colombo, el «Sinaí
franciscano», podrá observar en la capilla de la Magdalena, a la izquierda del
altar, una tau pintada en rojo en el intradós de la ventana. Con buenas
razones, la tradición atribuye esta pintura a san Francisco. La terminación
gruesa de los extremos del travesaño es una muestra de cómo se escribía a
principios del siglo XIII. La tau tiene en ese lugar un significado muy
apropiado, pues está indicando que Magdalena es la penitente.
Las taus iniciales de las «pinturas del
canon» nos hablan claramente de la vinculación de la obra de la redención con
la eucaristía. De esta vinculación, así como de la reforma eucarística deseada
por Francisco, nos habla también la tau colocada por él como firma de la
primera Carta a los Clérigos, que puede verse en el Misal de Subíaco. Por ello
las ediciones de los escritos de Francisco deberían reproducir la tau al final
de la 1CtaCle, como hacen al reproducir la BenL.
Esa manera de actuar de Francisco en las
dos ocasiones citadas no es nada extraordinario; ya había actuado así antes. La
tau es un signo preferido desde antes de dedicarle el pergamino a fray León.
Precisamente por ello puede fray León entender la tau en el sentido en que la
entiende Francisco y tener en gran estima, como un autógrafo, el pergamino que
contiene la bendición. Lleva la letra manuscrita e inconfundible de Francisco.
[De L. Lehmann, O.F.M.Cap., Del tú de Dios
al tú del hermano. La Bendición a fray León (BenL),
en Selecciones de Franciscanismo, vol.
XXIII, n.º 68 (1994) 191-200] recuperado el 07 de agosto en http://franciscanos.org/enciclopedia/tau.htm
Fuente: https://www.franciscanos.org/enciclopedia/tau.htm